Los Cetes (Certificados de la Tesorería de la Federación) son instrumentos de deuda emitidos por el gobierno mexicano, considerados como una inversión de bajo riesgo, ya que están respaldados por el Estado.
Estos títulos a corto plazo ofrecen una tasa de rendimiento fija y son una opción popular entre los inversionistas que buscan seguridad y liquidez.
Las fluctuaciones en los Cetes cambian semana a semana, lo que provoca que en algunos periodos sea capaz de compensar las pérdidas generadas por la inflación, mientras que en otros no lo consigue.
Aunque existen otros factores que influyen en el valor de los Certificados, como la tasa de interés, la inflación o el crecimiento económico, la tasa de referencia de Banxico (Banco de México) es la más relevante.
El evento financiero conocido como Lunes Negro del 5 de agosto de 2024 tuvo un impacto considerable en los mercados financieros globales, pero su efecto sobre los Cetes fue más moderado de lo que se temía inicialmente.
Aunque los mercados bursátiles y otros instrumentos financieros, como los bonos y los Udibonos, experimentaron caídas debido a la volatilidad generada por la incertidumbre económica global y el temor a una recesión en Estados Unidos, los Cetes mostraron fortaleza.
Esto se debe en parte a que los Cetes, al ser considerados una inversión de bajo riesgo y estar respaldados por el gobierno mexicano, ofrecen cierta estabilidad en tiempos de turbulencia financiera.
La tasa de rendimientos de los Cetes con fecha del 8 de agosto del 2024 se encuentra así:
El Lunes Negro del 5 de agosto de 2024 fue un evento financiero que generó un impacto considerable en los mercados globales, evocando recuerdos de la crisis de 1987. Ese día, las principales bolsas de valores a nivel mundial experimentaron una caída abrupta y generalizada, desencadenada por una serie de factores económicos y geopolíticos que se habían estado gestando en los meses previos.
La incertidumbre económica a nivel mundial, caracterizada por una desaceleración en el crecimiento de las principales economías y el aumento de la inflación, fue uno de los detonantes principales. La situación se vio agravada por las políticas monetarias restrictivas implementadas por los bancos centrales en un intento de controlar la inflación.
Los conflictos y tensiones en diversas regiones, especialmente en Medio Oriente y Europa del Este, también contribuyeron a la inestabilidad del mercado. Las sanciones económicas y las amenazas de conflictos armados añadieron un grado de incertidumbre que afectó negativamente a los inversores.
La reacción de pánico de los inversores, amplificada por las operaciones automatizadas de trading, resultó en una venta masiva de activos, lo que provocó una caída en cascada de los índices bursátiles.
Los índices bursátiles en Nueva York, Londres, Tokio y otras principales plazas financieras registraron caídas de entre un 7 y un 10 por ciento en un solo día, borrando billones de dólares en valor de mercado.
Los mercados emergentes fueron particularmente golpeados, con sus monedas y mercados bursátiles experimentando fuertes devaluaciones y caídas, respectivamente.
En respuesta, varios bancos centrales alrededor del mundo anunciaron medidas de emergencia, incluyendo recortes en las tasas de interés y la inyección de liquidez en los mercados, en un esfuerzo por estabilizar la situación.
La volatilidad en los mercados financieros alcanzó niveles no vistos desde la crisis financiera de 2008, lo que provocó una mayor cautela entre los inversores y una búsqueda de activos refugio, como el oro y los bonos del tesoro de Estados Unidos.
El Lunes Negro de 2024 puso de manifiesto la fragilidad del sistema financiero global en un entorno de alta incertidumbre económica y geopolítica. Ha subrayado la necesidad de una mejor regulación y coordinación internacional para prevenir crisis similares en el futuro. A corto plazo, se espera que los mercados continúen experimentando volatilidad mientras los inversores (no los de Cetes, por ahora) ajustan sus carteras y buscan señales de estabilización.