Este lunes, los mercados bursátiles globales sufrieron un desplome considerable, con las acciones japonesas registrando pérdidas que recordaron las del "Lunes Negro" de 1987. El temor a una posible recesión en Estados Unidos llevó a los inversores a deshacerse de activos de riesgo, lo que impulsó la especulación de que sería necesario reducir las tasas de interés para evitar un mayor deterioro económico.
Monedas consideradas refugios seguros, como el yen japonés y el franco suizo, se apreciaron de manera importante, generando especulaciones de que algunos inversores estaban liquidando operaciones de "carry trade" para obtener liquidez y cubrir pérdidas en otras áreas de sus carteras.
El índice Nikkei experimentó una caída del 12.4%, cerrando en 31,458.42 puntos el 5 de agosto de 2024, marcando su peor caída diaria desde octubre de 1987. Esta fuerte bajada ocurrió en un contexto de crecientes temores sobre una posible recesión en Estados Unidos, lo que afectó considerablemente la confianza de los inversores.
Este desplome fue parte de una tendencia de dos días de fuertes pérdidas para el mercado japonés, destacándose como la peor desde el colapso global conocido como "Black Monday" en 1987.
La magnitud de las ventas fue tan grande que se activaron mecanismos de suspensión automática de operaciones en varias bolsas de Asia. El panorama de hace unas horas ya es llamado el Lunes Negro del 2024, haciendo alusión a un evento pasado que aquí en DeDinero te vamos a resumir.
El 19 de octubre de 1987, un evento histórico sacudió los mercados financieros globales: el famoso Lunes Negro. Este día es recordado como uno de los momentos más oscuros en la historia de Wall Street, cuando el índice Dow Jones Industrial Average sufrió una caída del 22.6 por ciento en una sola jornada.
Esta catástrofe financiera afectó a Estados Unidos y tuvo un efecto dominó en los mercados de todo el mundo, provocando una crisis de confianza entre los inversores y marcando un antes y un después en la forma en que se manejan las inversiones y el trading.
La caída del mercado en el Lunes Negro no fue producto de un solo factor, sino de una combinación de elementos que convergieron de manera explosiva.
Entre los principales culpables se encuentran:
A mediados de los años 80, el uso de programas de trading computarizados se había popularizado. Estos programas, diseñados para ejecutar ventas automáticas cuando el mercado alcanzaba ciertos niveles, exacerbaron la caída al aumentar la presión vendedora en un corto periodo de tiempo.
Previo al Lunes Negro, el mercado de valores había experimentado un largo periodo de crecimiento, lo que llevó a muchos a creer que las acciones estaban sobrevaloradas. La corrección, aunque esperada por algunos analistas, fue mucho más severa de lo anticipado.
Las tensiones geopolíticas, las fluctuaciones en los precios del petróleo y las preocupaciones sobre el déficit comercial de Estados Unidos también contribuyeron a la incertidumbre y al nerviosismo en los mercados.
Como mencionaba arriba, el Lunes Negro no solo afectó a Wall Street, sino que los mercados financieros de todo el mundo sintieron el golpe. Desde Londres hasta Tokio, las bolsas de valores experimentaron caídas importantes, lo que desató una crisis global de confianza en el sistema financiero.
Los gobiernos y bancos centrales tuvieron que intervenir para restaurar la estabilidad y evitar que la crisis se profundizara.
A pesar de la magnitud del colapso, los mercados eventualmente se recuperaron, y en algunos casos, como el Dow Jones, lograron recuperar sus pérdidas en menos de dos años. Sin embargo, el Lunes Negro dejó lecciones duraderas sobre la volatilidad del mercado y la importancia de la regulación y la supervisión en los mercados financieros.
El Lunes Negro de 1987 marcó un punto de inflexión en la forma en que los mercados financieros son regulados y supervisados. Las autoridades tomaron varias medidas para evitar que un evento similar volviera a ocurrir:
Una de las principales innovaciones post Lunes Negro fue la introducción de los "circuit breakers", o interruptores automáticos, que detienen temporalmente el trading si el mercado cae demasiado rápido en un corto periodo de tiempo.
Esto da tiempo a los inversores para evaluar la situación y reduce la posibilidad de ventas masivas por pánico.
Se revisaron y ajustaron las regulaciones en torno al trading automatizado para limitar su impacto en la volatilidad del mercado. Además, se implementaron controles más estrictos sobre los programas de trading para asegurar que no amplifiquen las caídas del mercado.
El evento también subrayó la importancia de la transparencia y la comunicación clara por parte de las autoridades financieras. Se mejoraron los canales de comunicación entre los reguladores, los bancos centrales y los participantes del mercado para garantizar una respuesta coordinada en tiempos de crisis.
El Lunes Negro de 1987 sigue siendo un recordatorio de la volatilidad inherente de los mercados financieros y de cómo una combinación de factores puede desencadenar una crisis de gran escala. A pesar de la recuperación posterior, el evento dejó lecciones importantes que han moldeado la regulación y el funcionamiento de los mercados financieros globales modernos.