Este lunes 21 de abril de 2025, el mundo bendice y agradece al Papa Francisco, quien trascendió a la eternidad a los 88 años en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano.
Además de sus reformas internas en la Iglesia, el pontífice argentino dejó huella en el ámbito económico global al plantear una visión profundamente ética y humanista de la economía.
Sus ideas, plasmadas en discursos, encíclicas y encuentros con jóvenes economistas, impulsaron una nueva forma de pensar el sistema económico, abogando por una estructura más justa, equitativa y centrada en la dignidad humana. Aquí te comparto todo lo que aprendimos millones de personas en este camino.
Una de las principales enseñanzas de Francisco fue la necesidad de construir una economía donde los pobres no sean tratados como objetos de asistencia, sino como actores centrales del cambio.
En su emblemático encuentro “La Economía de Francisco” en Asís, declaró:
“Una economía de Francisco no puede limitarse a trabajar para o con los pobres. Es necesario abrir nuevos caminos para que los mismos pobres se conviertan en protagonistas del cambio.”
Este enfoque cuestiona la caridad pasiva y promueve un modelo económico verdaderamente inclusivo.
El Papa fue claro en sus posicionamientos respecto al modelo capitalista actual. Señaló que el capitalismo contemporáneo ha perdido su dimensión humana y se ha convertido en un sistema que genera exclusión, acumulación desmedida y degradación ambiental. En sus palabras:
“Nuestro capitalismo quiere ayudar a los pobres, pero no los estima.”
Con esta declaración, apuntó a una de las grandes heridas del sistema económico global: la pérdida del respeto por la dignidad humana como centro de toda actividad financiera.
Para el Papa Francisco, la economía no es una estructura técnica desligada de la vida. Propuso dotarla de alma, es decir, reconectar los valores éticos y espirituales con las decisiones económicas.
En su visión, una economía sin alma produce miseria, soledad y fragmentación. Este llamado ha inspirado movimientos internacionales que buscan regenerar la economía a partir de la fraternidad, la sostenibilidad ambiental y la solidaridad global.
Durante la pandemia de Covid-19, el pontífice propuso considerar seriamente un salario básico universal como herramienta para garantizar la dignidad de todos los trabajadores, especialmente aquellos en sectores informales o precarizados.
Esta propuesta, que en su momento fue revolucionaria, hoy forma parte de discusiones serias en organismos internacionales y gobiernos que buscan modelos económicos resilientes.
El Papa Francisco reiteró en múltiples ocasiones que toda decisión económica debe basarse en principios éticos claros. Rechazó los sistemas financieros que operan únicamente con fines especulativos y propuso una regulación justa que ponga en el centro el bien común.
“Las cuestiones económicas y financieras deben unirse a una clara fundación ética.” Con esto, dejó claro que el dinero no puede estar por encima del ser humano.
Durante su pontificado, el Papa Francisco no solo predicó con palabras, sino que impulsó reformas estructurales en las finanzas del Vaticano, promoviendo la transparencia, la eficiencia y la lucha contra la corrupción.
Además, fomentó encuentros con jóvenes economistas, emprendedores y líderes sociales a través de iniciativas como “La Economía de Francisco”, una red global que busca reinventar el sistema económico desde la base.
El pensamiento económico del Papa también quedó reflejado en sus principales encíclicas:
Ambos documentos son hoy materiales de estudio en universidades y centros de pensamiento alrededor del mundo.
Las propuestas del Papa Francisco adquieren una vigencia urgente y necesaria en un contexto global marcado por la desigualdad, el cambio climático y la fragilidad del trabajo. Su llamado a transformar el sistema económico desde la compasión, la sostenibilidad y la inclusión resuena con fuerza en economistas, líderes sociales y millones de creyentes y no creyentes.
Es una iniciativa global impulsada por el Papa para reunir a jóvenes economistas, activistas y empresarios con el objetivo de crear un nuevo modelo económico más justo, solidario y sostenible.
Porque considera que ha dejado de lado su función social, promoviendo la exclusión y priorizando el lucro por encima del bien común.
Significa reconectar las decisiones económicas con valores éticos, humanos y espirituales, poniendo a la persona y al planeta en el centro del sistema.
Sugirió implementarlo como un derecho emergente que garantice una vida digna, especialmente en contextos de emergencia como la pandemia.
El Papa Francisco deja un legado económico que trasciende la doctrina católica: su pensamiento invita a construir un sistema más humano, que abrace la solidaridad, la ética y la justicia social como motores del desarrollo. Hoy, más que nunca, su voz resuena en quienes buscan un futuro económico más esperanzador para todos. Descanse en paz, Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco.