Rodrigo Guerrero

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Aunque suene a algo muy elitista o especializado, prácticamente cualquier persona puede convertirse en coleccionista de arte, pero no siempre puede considerarse como una inversión.

Echando un vistazo a la historia, las se iniciaron cuando la monarquía, los burgueses o el clero se hacían de obras como pinturas o esculturas para mostrarlas como símbolo de élite; y más tarde surgieron los mecenas que apoyaban a los artistas para generar obras y que alimentaban sus propias colecciones.

Con el tiempo, aunque sigue siendo símbolo de estatus en ciertos círculos sociales, coleccionar arte es un gusto que se dan algunos, pero también puede ser una porque ciertas obras aumentan su valor con el tiempo, dependiendo de su calidad, de quién las haya creado y de factores tan diversos como la moda.

Cualquiera puede ser coleccionista.

Pero vamos por partes. Primero hay que responderse la pregunta: ¿Qué es coleccionar arte?

“Es adquirir piezas artísticas por el placer de hacerlo. Hay un estigma o una concepción de que un coleccionista de arte solamente puede ser una persona que tiene muchísimo dinero para adquirir piezas que se puedan tener en un lugar privado, vender o exponerse en museos, pero no es así”, explica Enriqueta Arias, curadora y gestora cultural mexicana.

“El coleccionismo puede empezar desde piezas como stickers, prints o serigrafía, hasta street art. El coleccionismo se puede comenzar con los recursos con los que cuentes y no tiene que estar enfocado en algo caro, sino con lo que a ti te guste comprar”, describe.

La también fundadora y directora creativa de Artsynonym -una galería en la Ciudad de México que promueve el arte público y urbano-, apunta que, para empezar a adquirir piezas de arte, es recomendable asistir a galerías pequeñas donde hay obras de artistas emergentes, en las cuales hay precios desde los 1,000 pesos.

“También pueden invertir en artistas y comprarles de manera directa, acercándose con ellos a través de redes sociales y solicitándoles sus catálogos de obra y costos de sus piezas, desde prints y serigrafías hasta piezas originales más grandes”, recalca.

Asistir a ferias de arte también es recomendable, agrega, tanto a las grandes, como Zona MACO y Material, como a las de artistas emergentes, como Salón ACME, así como a eventos pequeños en la Semana del Arte (la cual se celebra a inicios de años en la Ciudad de México) para explorar artistas, precios y detectar cuáles obras llaman más la atención.

Para ella, las colecciones de arte privadas pueden ser de todo tipo, desde las grandes como las que se exhiben en museos como el Jumex o Soumaya, hasta las que pueda tener cualquier persona en su casa. “El arte es una forma de comunicación y, por lo tanto, genera un vínculo con las personas”, afirma.

“Coleccionistas pueden ser todas las personas que queramos destinar una parte determinada de nuestro ingreso en comprar piezas de artistas emergentes, ilustradores, artistas de mediana carrera, etcétera”, resume.

Invertir en arte es otra cosa.

Pero el arte también es una forma de invertir dinero, obteniendo buenas ganancias, inclusive por encima de los instrumentos financieros tradicionales.

Andrea Zapata estudió Negocios Internacionales en el Tec de Monterrey y se especializó en el tema, pero como siempre vivió envuelta en el mundo del arte, encontró que ambas actividades tienen una muy cercana relación.

“El arte es un perfecto activo refugio, sobre todo en épocas de crisis, porque se mueve muy diferente que los mercados financieros, y por eso es considerado una verdadera inversión”, explica la también propietaria de LS Galería, ubicada en Polanco.

A las piezas artísticas creadas por artistas muy reconocidos e importantes, y cuyo precio aumenta con el tiempo, se les conoce en el mundo de los coleccionistas como “arte blue chip”, y son esas las que se convierten en un atractivo instrumento financiero.

“Ese arte es el que, estadísticamente, tiene rendimientos por arriba de índices tan importantes como el S&P 500 (uno de los índices bursátiles más representativos de la situación de los mercados financieros)”, asegura.

“Entonces, si tú analizas un índice que se llama ‘Artprice100 index’, que analiza los 100 artistas más importantes de la historia y compara el valor de sus obras con los rendimientos del S&P 500, te das cuenta que ese tipo de arte tiene 2.5 veces mayores rendimientos”, describe.

Aunque el mercado del arte tiene cierta volatilidad, tiene un riesgo mucho menor que otros instrumentos financieros, como los Cetes o los bonos del Tesoro, recalca.

“Un artista tiene cierto número de años de vida o años productivos y ese tiempo es el que va a poder crear, entonces su oferta tiene un momento en el que termina". Así, la demanda sigue subiendo, pero la oferta es limitada”, ejemplifica.

Pero el arte no solo es un instrumento atractivo cuando hay recesiones, sino que en épocas de bonanza también tiene alta demanda, porque se trata de un producto de lujo, y así hay más posibilidades de que más gente compre piezas, aclara.

Sabiendo todo eso, Zapata creó Cubic (cubic.art), una plataforma que ofrece un mecanismo de inversión en arte que es accesible para muchas personas.

“Es democratizar las inversiones en arte. Compramos piezas de nivel blue chip y vendemos fracciones por 2,500 o 3,500 pesos para que así verdaderamente la gente que quiere diversificar su portafolio tenga acceso y no solo sean los millonarios quienes puedan aprovechar los beneficios de invertir en esto”, expone.

“Por ejemplo, compramos un Andy Warhol y vendimos las fracciones, lo dividimos en 900, y entonces cada quien podía comprar su ‘cachito’. Esperemos un periodo de tres a cinco años, que en promedio es lo que tarda en tener un buen rendimiento una obra de arte y vendemos la pieza… En ese momento regresamos los rendimientos a los coleccionistas”, indica.

Así, esta startup permite invertir en piezas de autores de la talla de Banksy, Tamayo o Botero, que son artistas cuyas piezas, estadísticamente, dan altos rendimientos.

Aunque hay piezas, como las de arte contemporáneo, que pueden dar rendimientos altos en poco tiempo, Cubic, por ahora, está más enfocado en el arte blue chip.

“El arte se tiene que comprar porque te gusta, porque te emociona lo que estás viendo, esa es la razón de existir del arte". Pero si queremos verlo de una manera un poquito más fría y ver la parte financiera, no cualquier tipo de arte es inversión”, resume Zapata.

Para empezar, estos son algunos puntos que todo coleccionista de arte debe tomar en cuenta.

1. Disposición a colocar tus recursos en arte

Hay que tener cierto interés previo en el arte, algunas nociones de este entorno y estar abiertos a investigar mucho más. También hay que esperar hasta obtener rendimientos de la inversión, o incluso a quedarse con la pieza que se haya adquirido. En muchas ocasiones hay que estar preparados para los gastos adyacentes, como el mantenimiento y almacenamiento de la obra.

2. Determinar un presupuesto

No se trata de utilizar todo el capital disponible, a menos que se conozca muy bien al artista y su obra para valorar adecuadamente su quehacer. A una mayor inversión, mayor es el riesgo. Si se va iniciando, lo recomendable es invertir poco para no poner en peligro el patrimonio; por ejemplo, en obras de artistas emergentes. Si lo que se desea es invertir una cantidad fuerte, lo mejor es ir directamente por piezas de artistas ya consolidados.

3. Saber cómo se valora una obra de arte

Para esto hay que informarse respecto a muchas cosas, desde el artista que te interese, su trayectoria, sus piezas, su formación y en cuánto ha vendido obras anteriores. Si el autor no es tan conocido, o si es nuevo, sus piezas no tendrán un valor tan alto. Sin embargo, si su formación ha sido excelente, su propuesta es buena y su ejecución sólida, se puede invertir y esperar a que con el tiempo alcance reconocimiento y la obra que se haya adquirido crezca en valor. Siempre hay que investigar, analizar y valorar para saber si se hará una buena adquisición o si se está poniendo en peligro el capital.

4. Saber dónde comprar

Lo mejor es conocer lugares en donde se puedan adquirir piezas certificadas, como en galerías o casas de subasta especializadas. En caso de que busques una alternativa de menor costo, que además no implique el hecho de gastar extra en almacenamiento y en mantenimiento, está la opción de recurrir a fondos de arte o “art funds”; en términos generales, se trata de una manera en que puedes ser dueño del porcentaje de una pieza, de la cual se encargan los gestores de fondos, quienes administran las compras, ventas y las obras que se adquieren. Solamente tienes que hacerte cargo de la parte que quieras aportar y de la cuota pagada a los gestores.

5. Buscar asesoría

Para la valoración de piezas y saber en qué sitios comprar, asesórate de expertos en el tema, quienes pueden explicar cómo invertir en arte y guiarte en el proceso de conocimiento, adquisición y venta de obras. Es un buen campo para poner a trabajar un capital, así que informarse con profesionales siempre será una excelente opción.

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