En el ajetreo cotidiano de la Ciudad de México, donde estacionarse puede ser un verdadero desafío, los "viene viene" o franeleros se han convertido en parte del paisaje urbano.
Armados con un trapo, señas con la mano y conocimiento del terreno, estas personas ofrecen ayuda para estacionarse a cambio de una cuota "voluntaria". ¿Te has preguntado cuánto gana así un franelero en la CDMX?
En zonas de alto tránsito como la colonia Condesa, la Roma, Polanco, el Centro Histórico o avenidas cercanas a zonas comerciales y de oficinas, los franeleros llegan temprano, se adueñan de espacios públicos y comienzan su jornada.
Su labor consiste en “cuidar” el automóvil, orientarlo al estacionarse y ofrecer una supuesta garantía de seguridad a cambio de una propina que, aunque no es obligatoria legalmente, sí lo es en la práctica.
Los conductores, presionados por la necesidad de encontrar un lugar, terminan accediendo al pago, que puede variar de 30, 50, 100 pesos por hora o por evento, dependiendo de la zona, la hora y el nivel de demanda.
En algunos lugares donde el estacionamiento es escaso, los franeleros incluso cobran más que una pensión establecida, aprovechando que su “servicio” evita a los conductores multas, parquímetros o pérdidas de tiempo.
Aunque muchas personas piensan que el trabajo de franelero está asociado con la pobreza o el desempleo, lo cierto es que algunos franeleros ganan más que profesionistas como maestros, enfermeros o ingenieros recién egresados, cuyos sueldos promedio pueden rondar entre los 8 y los 12 mil pesos mensuales, según datos del INEGI.
Lo más llamativo es que este ingreso se genera en total informalidad, sin pagar impuestos, sin registro ante el SAT, sin obligaciones fiscales y sin ningún tipo de regulación oficial.
Algunos franeleros organizan sus espacios, los “apartan” con cubetas o señales improvisadas y mantienen un flujo constante de autos, sobre todo en horas pico.
Otros relatan que incluso pagan a vecinos o policías para mantener su zona de trabajo, generando una red que, aunque invisible, mantiene operando este oficio sin mayores complicaciones.
Sin embargo, esta actividad no está permitida legalmente. El artículo 28 del Reglamento de Tránsito de la CDMX prohíbe explícitamente el cobro de tarifas o dádivas por el uso del espacio público sin autorización. Es decir, el trabajo del franelero se ubica en la ilegalidad, aunque rara vez es sancionado.
A pesar de las implicaciones legales, el fenómeno persiste por la alta demanda, la falta de regulación efectiva y la necesidad de ingresos inmediatos.
Para muchos, esta actividad representa la posibilidad de ganar dinero diario sin estudios, sin jefes, sin horarios estrictos y con ingresos que les permiten mantener a sus familias.
Incluso hay quienes se organizan en grupos o por zonas, lo que evidencia una estructura más compleja de lo que aparenta.
Al final, el oficio de franelero revela tanto la creatividad con la que se enfrenta la precariedad laboral en la ciudad, como las fallas estructurales en la regulación del espacio público y la justicia social. Mientras tanto, los viene viene seguirán ahí, con su trapo en mano y mirada atenta, listos para “cuidarte el coche” por un precio que, día tras día, sigue llenando sus bolsillos más de lo que muchos imaginaron.