Cuando Donald Trump lanzó su ofensiva comercial contra China, el mundo miró con atención la creciente tensión entre las . Sin embargo, el verdadero impacto de esa “guerra comercial” fue más allá de sus fronteras, alcanzando también a , que en ese momento intentaba consolidar su posición como proveedor confiable de materias primas y fabricación para ambos gigantes.

El objetivo principal de Trump era castigar lo que su gobierno consideró prácticas comerciales desleales por parte de China, imponiendo aranceles que alcanzaron hasta el 20% sobre productos. China respondió con medidas similares, y eso generó un reacomodo global de cadenas de suministro que, en teoría, abriría una ventana de oportunidad para países latinoamericanos que ofrecieran productos sustitutos.

Los aranceles de Trump sacudieron el comercio global y tuvieron efectos inesperados en la economía de América Latina (Foto: Cuartoscuro)
Los aranceles de Trump sacudieron el comercio global y tuvieron efectos inesperados en la economía de América Latina (Foto: Cuartoscuro)

No todo es tan malo

Aunque la intención inicial parecía negativa para el comercio internacional, algunos países latinoamericanos sí lograron aprovechar el nuevo escenario. Un ejemplo fue México, que incrementó sus exportaciones hacia Estados Unidos en rubros donde antes predominaba la participación china.

Particularmente, los sectores automotriz, electrónico y de fabricación ligera vieron una mayor demanda estadounidense gracias a su cercanía geográfica y a la red de tratados como el T-MEC, lo que convirtió al país en un aliado estratégico frente a la incertidumbre global.

Sin embargo, el panorama no fue tan positivo para toda la región. Varios países quedaron atrapados en la volatilidad de los mercados globales, sobre todo aquellos más dependientes del comercio con China o Estados Unidos sin una estrategia clara de diversificación.

Además, la incertidumbre generada por los aranceles afectó las decisiones de inversión extranjera directa en varios países, pues muchas empresas decidieron postergar o reevaluar sus planes de expansión ante la falta de claridad en las reglas comerciales.

El caso de América Latina es ilustrativo

Mientras algunos países lograron colocar productos en mercados alternativos, otros sufrieron por la caída de la demanda global y el aumento en los costos de producción derivados del encarecimiento de insumos importados.

La región no estaba completamente preparada para aprovechar las oportunidades derivadas del conflicto, y en muchos casos carecía de la infraestructura o la estabilidad jurídica para atraer inversiones que buscaban salir de Asia.

Otro efecto indirecto fue la creciente presión para redefinir alianzas geopolíticas y comerciales. La guerra arancelaria impulsó a China a reforzar su presencia en América Latina, aumentando su financiamiento a proyectos de infraestructura y firmando nuevos acuerdos con gobiernos de la región, lo que ha llevado a una mayor influencia del gigante asiático en zonas donde antes dominaba la relación con Estados Unidos.

Hoy, los países que dominaron el entorno y se adaptaron rápidamente, como México, tienen una posición más sólida en la economía global. Pero el desafío sigue vigente para el resto de la región, que deberá invertir en infraestructura, tecnología e instituciones para poder jugar un papel más activo y menos vulnerable en un mundo que sigue marcado por tensiones comerciales y reacomodos geopolíticos.

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