De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), nuestro estado de ánimo afecta o ayuda en nuestras decisiones financieras.

Este organismo gubernamental menciona que las personas que suelen sufrir de tristeza, es común que recurran a las e innecesarias con el fin de mejorar su estado de ánimo sin embargo, esto puede empeorar la situación financiera.

Asimismo, la explicó que el estrés financiero está vinculado a un mayor riesgo de depresión, debido a la incertidumbre sobre el futuro económico, lo cual intensifica este estado de ánimo.

Es por ello que en esta ocasión en DeDinero, te compartimos cómo se puede romper este ciclo con algunos consejos proporcionados por parte de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros.

¿Cómo romper el ciclo entre la tristeza y las finanzas?

Si bien, cuando nos encontramos en un estado melancólico, es común que no querramos saber nada sobre la gestión de nuestras deudas, lo que puede culminar en cargos extras hasta llegar a un punto de sobreendeudamiento. Sin embargo, con el fin de suavizar el impacto de la tristeza, es importante elaborar una estrategia emocional y financiera, la cual se puede emplear siguiendo los siguientes puntos:

Educación financiera: El conocer los conceptos básicos de las finanzas, nos puede ayudar a que tomemos mejores decisiones, especialmente al organizar cada uno de nuestros gastos.

Planificación realista: El contar con un presupuesto claro y metas alcanzables nos permitirá evitar restricciones y no caer en un estrés emocional y financiero.

Buscar apoyo profesional: La Condusef recomienda llevar ayuda psicológica y asesoramiento de expertos financieros, con el fin de ayudar a manejar el estrés emocional y el económico.

Dejar las compras impulsivas: Si bien estas pueden causar un sentido de alivio, termina siendo momentáneo, además de que ya se generó una deuda. Por lo que la Condusef recomienda aplicar la regla de las 24 horas, la cual consiste en que cuando llegue un impulso de comprar algo, hay que esperar 24 horas antes de decidir si realmente se quiere comprar un producto; esto nos permitirá tomar decisiones más reflexivas.

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